Recuerdo cuando, hace años, viajaba de la mano de mi madre
con toda la ilusión del mundo y llevábamos bolsas vacías para poder llenarlas
con los tesoros del Duty Free, aquellas tiendas mágicas que olían tan
maravillosamente, repletas de perfumes y cremas, con estanterías llenas de
juguetes, con dulces que sólo existían en aquél lugar… era el paraíso. Mi madre
compraba botellas y cartones de tabaco y siempre se daba algún capricho.
Salíamos las dos con una sonrisa que no nos cabía en la cara. Es uno de esos
deliciosos recuerdos de infancia que se quedarán allí, y que por lo visto ya no
serán más que eso: recuerdos.
Pasaron los años y
empecé a viajar sola. Siguiendo el ritual me gustaba ir pronto al
aeropuerto para dedicar un buen rato a pasear por el famoso Duty Free y
llevarme a casa algún que otro tesoro. Pero, al parecer estas tiendas tan
bucólicas habían evolucionado a la misma velocidad y en la misma dirección que
las compañías aéreas. Y se habían convertido en tiendas vulgares repletas de
las mismas cosas que se consiguen en el exterior pero a unos precios
absolutamente anormales.
Desde que los aeropuertos consideran peligrosos los
líquidos, en el Duty Free cualquier bebida ha pasado a tener el mismo precio
que la sangre de unicornio, el tabaco está ahí, pero si no cumples una lista de
requisitos como volar al otro lado del mundo, donde dicho sea de paso, podrás
comprar el mismo tabaco por la mitad del precio de esa tienda, no te dejarán ni
tocarlo. Y además con límite de compra… los dulces y el chocolate son más de
doble de caros en el aeropuerto que en el supermercado, ya nunca volveré a
hacer acopio de “chuches” para el avión.
Y lo mejor es que cuando vas a pagar te piden la tarjeta de embarque,
unas veces te dicen que por seguridad y otras que por normativa de la empresa
para evitar el fraude. Si es por seguridad… me encantaría saber qué peligro
entraña comprar en esas tiendas y cómo lo puede contrarrestar el hecho de tener
una tarjeta de embarque que podría ser robada o incluso falsificada… pero me llama
aun más la atención el hecho de que haya gente que quiera colarse en el
aeropuerto, soportar el control de seguridad que está al nivel de ir al
dentista, para pagar el doble por una tontería que puede comprar fuera por la
mitad de precio. Sí, locos hay en todas partes, pero tan tontos…. No creo.
Otras veces te cuentan que es para hacer una encuesta sobre
destinos. Chorrada al por mayor, porque hace años había tarjetas de
fidelización, por ejemplo de las tiendas de Aldeasa, con las que ya satisfacían
su curiosidad de forma gratuita y de vez en cuando te lo recompensaban con un
cheque regalo.
La verdadera razón es que la mayoría de estas tiendas piden
el pase de abordar para reclamar el 20% de IVA sobre los productos comprados de
los pasajeros que vuelan fuera de la UE. Un dinero que deberían devolver al
pasajero, porque es su derecho, pero en realidad se lo quedan tan
tranquilamente… y con un poquito de aquí y otro de allí, obtienen un gran
beneficio. El caso es que como nadie informa de esto, los pasajeros no lo
reclaman y ahí está la trampa. De modo que es perfectamente legal negarse a
enseñar el pase o si decidimos hacerlo, reclamar nuestro 20% de vuelta. A
elegir. Eso sí, siempre que volemos fuera de la UE. En ese caso, los precios sí
vuelven a ser apetitosos y competitivos. De otra forma… el paraíso del Duty
Free habrá dejado de serlo para siempre.