jueves, 29 de diciembre de 2011

Un tesoro en llamas


Una triste manera de despedir el año. El Parque Nacional Torres del Paine, está ardiendo y no puedo reprimir sentir cómo se me ahoga el corazón al pensar en una atrocidad semejante. Un paraíso en toda la extensión de la palabra, está siendo devorado por el fuego... 20 hectáreas en el sector El Olguín. Por supuesto se ha decretado la alerta roja para toda la provincia de Última Esperanza.
¿Conocéis ese lugar? Se llama así porque era la última oportunidad para los marineros de quedarse en tierra, antes de adentrarse en las gélidas aguas del círculo polar, donde ya no quedaba ningún lugar en el que guarecerse más allá del propio barco. Última Esperanza... eso es a lo que apelan los chilenos estos días para que su maravilloso parque no desaparezca.
Al parecer, el incendio comenzó el martes pasado, hace dos días, al borde de un sendero de trekking en el lago Grey. Hasta allí sólo se puede llegar tras ocho horas de intensa caminata o bien, en una lancha, ni siquiera en coche… lo que dificulta en gran medida las labores de extinción. De tal manera que tanto la CONAF, como los bomberos y todos los voluntarios posibles, las están pasando moradas para acabar con las llamas. No sólo ha llegado ayuda desde Punta Arenas o Puerto Natales, sino también desde Argentina. Los vecinos se han apresurado a echar una mano, porque lo primero es lo primero: la Naturaleza.
Y para más colmo, el viento no ayuda, porque hay rachas de hasta 100 kilómetros por hora que no hacen sino avivar el fuego y animarlo a que se extienda más deprisa.
¿Cómo es posible? Según el director nacional de la CONAF, Eduardo Vial, parece que algún inútil dejó una hoguera mal apagada. Repito ¿cómo es posible? ¡En un Parque Nacional! La solución, ¿qué duda cabe? Es endurecer las multas y los castigos ante semejante falta de consideración, pero por el momento, el parque arde…
Desde aquí nuestro personal deseo de que todo se solucione lo antes posible y de la mejor manera. Porque Torres del Paine es verdaderamente un paraíso y todos merecemos la oportunidad de disfrutarlo en su máximo esplendor.

lunes, 26 de diciembre de 2011

En Viena por Año Nuevo. Viva la Música



Hace 185 años se compuso el villancico más famoso del mundo: Noche de Paz. Traducido después a 330 idiomas. En 1818, dos días antes de Navidad, el viejo órgano de la Iglesia de San Nicolás de Oberndorf (Salzburgo) dejó de sonar definitivamente. El padre Joseph Mohr, para no decepcionar a sus feligreses, pidió a su amigo Franz Xavier Gruber, maestro y organista del vecino pueblo de Arnsdorf, que compusiera una melodía para el texto de Navidad. En la misa del gallo de ese año, el cura, con su guitarra, acompañó a su amigo Gruber, cantando por primera vez un villancico en alemán y no en latín. Esto era algo tan inusual en la época que no estaban seguros de que fuese a tener una acogida tan espectacular. Noche de Paz fue un éxito absoluto.
En 1831, un coro que se dedicaba a cantar canciones tirolesas populares, incorporó el villancico a su repertorio durante una gira por Prusia. De allí la canción viajó a Nueva Cork, donde fue interpretada por otro coro tirolés en 1839, aunque a estas alturas el nombre de los autores ya había pasado al anonimato. Y no fue sino hasta 36 años más tarde, cuando la corte real de Prusia, buscando la partitura original, consultó al párroco de San Pedro de Salzburgo quien retribuyó la autoría a Mohr y Gruber, en lugar del también austriaco, Hayden a quien se pensó que pertenecía.
El concierto de Año Nuevo
Uno de los secretos sueños de todos los grandes melómanos es el de asistir personalmente a este maravilloso concierto y acompañar con palmas la marcha Radetzky, al menos una vez en la vida.
Este concierto que ya es una tradición, fue interpretado por primera vez el 31 de diciembre de 1939, bajo la batuta del genial Clemens Krauss. Y cada año se repite, pero durante la mañana del 1 de enero a cargo de la Orquesta Filarmónica de Viena. Y es retransmitido por PBS a más de 44 países. En el programa nos deleitamos con algunas de las obras más hermosas de compositores como Emmerich Kalman, Franz Léhar, Wolfgang Amadeus Mozart, sin olvidar, mi favorito: Johann Strauss.
Actualmente tiene lugar en la sala de conciertos del Wiener Musikverein y las flores que decoran la sala son un regalo de la ciudad de San Remo, otros amantes de la música, en Italia.