lunes, 16 de abril de 2012

SCHNAPSMUSEUM. Los licores de Viena

En la calle Wilhelmstrasse, se encuentra el Old Vienna Schnapsmuseum. Un rinconcito casi desconocido para la mayoría de los turistas que viajan a tirones, dejándose llevar por el impulso de una ruta marcada a como para un rebaño de elefantes ancianos. Que al ritmo de sus pisadas se arrastran de un sitio típico a uno turístico y otro aún menos interesante pero saturado de turistas con cámara y al que hay que ir obligatoriamente. El Museo de los licores está fuera de este recorrido. No tiene nada que ver con un museo "ad hoc", pero está inmerso en el encanto más sabroso de la Viena imperial, en un marco absolutamente moderno y divertido. Veamos, la primera sala imperial. Donde se guardan frascos con el encanto especial de las chucherías de antaño. Sí, esos que nos recordarán a nuestros abuelos y todas esas cosas que guardaban en sus casas hace ya tanto tiempo. Ese cristal que parece descolorido y sucio y que sin embargo, es así. Realmente era así cuando era nuevo. Con un olor indiscutible a moqueta roja y a hogar. Un montón de fotos en las paredes. El emperador, la emperatriz, sus hijos, sus descendientes, algún que otro criado que a la sazón, forma parte de la familia Fischer aunque fuera de una forma "política"... un sinfín de anécdotas que compondrán el marco de lo que realmente vamos a conocer. A continuación, la vieja tienda. Es decir, donde se realizaban las compras y transacciones económicas, los negocios y las ventas. Caja registradora de hacer más de un siglo, incluida. Y funcionando!!! como no podía ser de otra manera. Al fondo, el viejo despacho del abuelo Fischer. Que la familia conserva intacto y que para más datos, las bombas, tras las grandes guerras mundiales, también respetaron. De manera que es absolutamente original. Y eso se palpa casi con una sola mirada. Es esa sensación tan intrínseca de tocar con la mirada... ¿os ha pasado alguna vez? Un largo pasillo repleto de fotos con personajes famosos y conocidos actores austríacos e internacionales. Todos ellos han pasado por el Museo y se han deleitado con sus licores.
Inmediatamente después, la gran sala donde se hacer los licores: de oro, de vainilla, de guindilla picante, de crema de avellana.... de lo que se te pueda ocurrir. A cual más divertido y a cual más delicioso. Esta vez no vale con mirar... la siguiente habitación será la de las catas. Aquí es cuando cambia radicalmente el sentido de todo. La visita cobra otro cariz, otro color y la lengua se vuelve loca ante sabores y texturas que antes no había ni imaginado. "Quien lo probó, lo sabe..." Toda una vida de tradición y cariño metida en una botella. Toda una atracción y una lección de cultura de la mano del señor Fischer. Es una visita muy interesante y muy ilustrativa, pero también es un paseo en el tiempo, de la forma más divertida que lo habéis hecho. Os recomiendo que entréis es su web y reservéis un rato en vuestro próximo viaje a Viena para disfrutar de este museo.

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