lunes, 24 de junio de 2013

Rumšiškės o cómo vivían los lituanos de Kaunas



Hoy quiero llevaros a un sitio que me ha parecido increíblemente especial. Un lugar con muchísimo encanto y que estoy segura de que os va a encantar. Se trata de Rumšiškės, una localidad lituana de poco más de 1.800 habitantes, es decir, es un pueblecito chiquitín con muchísimo encanto. Si vais a visitar la ciudad de Kaunas, cosa que os recomiendo mucho, no podéis dejar de hacer una excursión a Rumšiškės, al este de la ciudad, cerca de la laguna de Kaunas. ¿Conocéis al poeta Jona Aistis? Pues nació allí, aunque… debajo del agua, porque es un lago artificial. Y de hecho tuvieron que cambiar la iglesia de sitio en 1958, cuando el lago fue creado. Una historia muy divertida.


Pero lo que realmente quiero contaros, es la razón por la que Rumšiškės es famosa, y es por fabuloso museo etnográfico. Sí, sólo decir etnográfico ya suena a terriblemente aburrido, pero no es el caso, porque este museo es al aire libre, probablemente el más grande de Europa y también uno de los más apasionantes. Os cuento, fue creado en 1966 y abierto al público en 1974. Y su originalidad reside en el hecho de que muestra la vida rural lituana de hace algunos años o incluso siglos, en una colección de edificios que han sido, restaurados y re-erigidos, en los que la gente vivió y trabajó realmente. Un área total de 175 hectáreas en las que hay 140 edificios que reconstruyen la vida de un pueblo entre los siglos XVIII y XIX, con el interior y los alrededores decorados bajo la más estricta supervisión. La restauración es magnífica. El museo fue una idea para preservar las maneras de vivir en el pasado y así facilitar su estudio por las generaciones posteriores, pero se ha convertido en mucho más.
El territorio del museo es actualmente un lugar muy popular en el que, de hecho, se celebran festivales etnográficos e incluso festivales y conciertos de canción y danza popular. La verdad es que está a unos 18 kilómetros del centro de Kaunas y es un auténtico lujo. No sólo para los pequeños de la casa que saldrán de allí alucinados, sino para todos, especialmente aquellos apasionados por la historia que, como yo, habéis soñado alguna vez con rozar con los dedos una pizquita del pasado, casi viviéndolo en propia carne. Es un disfrute para todos los sentidos, que desde luego os recomiendo visitar.