jueves, 9 de febrero de 2012

Tu Bishvat, el año nuevo de los árboles


Hace apenas una semana tuvo lugar Imbolc, la fiesta celta que celebra el fuego, la fertilidad, es decir, cuando nacen los animales y la madre ya está preparada para encontrar el alimento, porque prácticamente ya está aquí la primavera (o eso debía ocurrir entonces, porque este año está claro que el invierno va por su cuenta y la nieve no tiene pinta de desaparecer por el momento). Era la celebración en la que comenzaba de nuevo la vida, la luz, la naturaleza empezaba de nuevo a brotar y el frío quedaba desterrado.
Curiosamente, ayer (8 de febrero) también celebramos la fiesta judía del 15º Shavat. Tu Bishvat, es el Año Nuevo de los árboles, cuando comienzan a asomarse los primeros brotes de vegetación. Simboliza el amor por los frutos de la Tierra de Israel y especialmente para las siete especies con las que fue bendecida en la Biblia: el trigo, la cebada, las uvas, la granada, los higos, las aceitunas y los dátiles. Todo lo necesario para un festín. O en plan más cercano, para irse de aperitivo, porque tenemos la base de los vinos y la cerveza y un surtido interesante para las tapas. Nunca mejor pensado.
Al margen de la religión que profese, o no, cada uno, en estas, como en todas las fiestas, hay un delicado trasfondo espiritual. De esta podemos aprender que así como el propósito del
árbol es darse cuando disfrutamos de sus frutos, de manera similar, nuestra propia realización y el propósito se cumplen cuando estamos alegres y damos alegría a los demás a través de nuestras buenas obras. ¿Qué más se puede desear? Es curiosa la similitud entre una cultura y la otra. Quizá deberíamos tomar ejemplo y celebrar estos días a nuestra propia manera, porque no podemos negar, que la idea es fabulosa.

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