domingo, 30 de octubre de 2011

Halloween de nuevo. Shamhain en el origen.


Antiguamente, los celtas celebraban dos festividades fundamentales al año, una era Beltaine, en primavera y la otra Shamhain, en otoño, el día en que se iniciaba el nuevo año, con nuevas cosechas y promesas por venir... vamos, era en toda regla, su Nochevieja.
Pues bien, antes de que el cristianismo se impusiera y eliminase unas fiestas y sincretizase otras a cuento de un santo y otro, éste era uno de los días más importantes del año.
Shamhain es el dios de los muertos, pero no es un dios malévolo ni terrible, sino aquél que custodia el otro mundo y que a su vez, tiene la llave que separa ambos mundos.
Es una fiesta de transición. Final de la cosecha y comienzo de un año nuevo, que empieza en la estación oscura, durante el mes de Samonios (la luna de octubre a noviembre).
Y la fiesta consistía en una comunión con los espíritus de los difuntos que, en este momento concreto del año, tenían "autorización2 para venir al mundo de los vivos y reunirse con sus seres queridos durante unas horas.
Pero claro, esto no era tan fácil como que uno pasase por la puerta, le sellaran el pasaporte y se fuese derechito a su casa a comer con su tribu. No, algunos difuntos se perdían, otros aprovechaban el tiempo para tratar de resolver cosas pendientes, otros buscaban la venganza y otros simplemente disfrutaban asustando a la gente.
Así que los vivos, trataban de mantener a los espíritus contentos y al mismo tiempo, de alejar a los malos espíritus de sus casas. Para ellos dejaban comida fuera, preparaban todo tipo de platos elaborados y deliciosos, especialmente aquellos que más gustaban a los espíritus cuando estaban vivos. Ese es el origen de que los niños vaya por ahí pidiendo caramelos… aunque de hecho, en ciertos lugares, como México, aún se tiene la costumbre de cocinar para los muertos y ofrecerles comida, dulces y regalos en un pequeño altar, que se coloca fuera de la casa o en el propio cementerio donde están enterrados.
En cambio, para alejar a los malos espíritus, lo que hacían era colocar cráneos y máscaras aterradores en la puerta de la casa (decorarla) e incluso, durante la celebración se disfrazaban con pieles y máscaras y se pintaban el cuerpo para infundir el pánico y conseguir así que los espíritus malignos que venían a causar daño, salieran corriendo despavoridos. También por eso, los niños se disfrazan. Aunque sólo en Europa, siguiendo las costumbres celtas, porque los niños, bueno y cada vez más adultos, americanos, se disfrazan más como si fuera carnaval, de cualquier cosa que se les ocurre olvidando el verdadero sentido de la fiesta.
Esa noche, entonces, los druidas de la tribu podían ponerse en contacto con los difuntos para cualquier cosa que necesitasen. Incluso sólo para honrarlos y recordarlos.
Por lo tanto, para nosotros, al margen de toda celebración festiva, de toda la diversión de los disfraces y de las miles de recetas deliciosas típicas de este día, nos proporciona una oportunidad de oro para sentirnos más cerca y más unidos a nuestros seres queridos que nos llevan la delantera en el otro mundo, para pedirles que nos guíen, que nos ayuden o para mostrarles que no los hemos olvidado y que desde la distancia, seguimos teniéndolos en nuestro corazón. Y eso es motivo más que suficiente para hacer una fiesta por todo lo alto.

1 comentario:

  1. Realmente estoy contigo la noche de Halloween es algo especial, y bien pensado no tiene porqué dar miedo si los que nos visitan son los espíritus de nuestros seres queridos difuntos...

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